¡Seguinos!

Año XIX - Edición 340 09 de julio de 2020

Buscar

Activismo y movimientos sociales en la era digital

  • Notas

 

En este marco, expusieron Laura Lora (directora del Seminario Sociología Jurídica, Gioja-UBA), Celso Campilongo (Universidade de Sao Paulo y Pontificia Universidade Católica de Sao Paulo, Brasil), Natalia Aruguete (Universidad Nacional de Quilmes, Conicet) y Diego Duquelsky Gómez (Departamento de Filosofía del Derecho). Moderó Pablo. G. Ava (coordinador del Seminario Sociología Jurídica).

Tras las palabras de bienvenida de Marcelo Alegre, Laura Lora comentó que el encuentro era la primera actividad del Seminario de Sociología Jurídica y sostuvo que tenía por propósito analizar y comparar las investigaciones que se desarrollan en los diferentes campos de la sociología jurídica. Asimismo, explicó que la charla se enmarca en la agenda de trabajo pautada por el Comité internacional de Sociología Jurídica de la Asociación internacional de Sociología Jurídica.

“La digitalización puede ser vista como una fuerza rápida y transformadora que se está apoderando de muchos aspectos de la vida. También puede verse como un espectro de oportunidades que ayuda a la humanidad y fortalece la democracia. A lo largo de la historia, las tecnologías emergentes ponen un reto a los paradigmas jurídicos y hoy en día es más relevante que nunca”, expresó. Y agregó que “en un mundo digital los privilegios y las desventajas de los avances digitales tampoco se comparten de manera equitativa. Esto subraya más que nada la necesidad de deshacer los errores del pasado e imaginar un proceso más inclusivo y democratizado de producción y mantenimiento de las innovaciones que conformarán el futuro próximo”.

Por su parte, Pablo Ava retomó las ideas de un libro de Marcus Olson sobre la lógica de la acción colectiva. “Allí decía que la suma de una persona a un movimiento implicaba un acto de racionalidad individual. Y esto fue tomado después por Claus Offe para decir que eso era lo que limitaba la capacidad organizativa y, por lo tanto, la duración de un movimiento social en la sociedad capitalista”, señaló. Recordó que estos autores estaban pensando en los grandes movimientos europeos: el Mayo Francés, la Revolución de los Claveles, etc. En los últimos años se dieron nuevos movimientos sociales: Primavera Árabe, Ocupa Wall Street, #132 en México. Y estableció una serie de continuidades y rupturas entre ambos: “Estos dos tipos de movimientos sociales poseen dos aspectos: ocupar las calles y la participación de los jóvenes. Pero en los últimos aparece el uso de internet para la organización y coordinación y el carácter fragmentario y sumatorio de grupos, por eso prefieren llamarse como colectivos como el LGBT”, aseguró.

A su turno, Celso Campilongo afirmó que “por lo general, cuando se habla de los movimientos sociales se refiere a la izquierda, pero yo me referiré a los movimientos sociales fragmentarios que se utilizan de la internet, de las redes sociales de ultra derecha en Brasil”. Se propuso problematizar la relación entre derechos y movimientos violentos y antidemocráticos. En ese sentido, remarcó que la idea de exclusión es relevante para comprender a estos movimientos. “El origen de este tipo de movilización se puede entender como un soporte, el hecho que en general los movimientos sociales nacen, sus temas son generados, tienen origen en la negación de derechos, en la percepción de que existen derechos que no son efectivos, reconocidos de algunos grupos sociales”, señaló.

Estos movimientos sociales se organizan principalmente a través de internet. “Asistimos a protestas sociales en diversas ciudades de movimientos con vocación de movilización sin la participación de los partidos, sindicatos ni de los movimientos sociales más convencionales o tradicionales. Fundamentalmente en el 2013 era una movilización a través de internet, a través de las redes sociales”, indicó y planteó que “estos movimientos eran una contestación del sistema político convencional, era un movimiento contra los partidos, en particular contra el Partido de los Trabajadores”.

En este escenario, el expositor sostuvo que “la estrategia de Bolsonaro es volver flacas a las instituciones democráticas y para eso los movimientos sociales de ultra derecha son absolutamente fundamentales. Desgastar, desmoralizar, desafiar a las instituciones, al Supremo Tribunal Federal, al Congreso, a los partidos, a la prensa, a la ciencia, a la universidad”.

En esa misma línea argumental, explicó que Bolsonaro construyó un enemigo: los corruptos y todas las fuerzas de izquierda. Esta estrategia está vinculada a las tecnologías digitales y las noticias falsas: “Las fuentes no se conocen, no son públicas. La autoría de la información no se conoce, es falsa. El propósito de estas fake news es negar derechos. Otra característica es que tienen una vinculación con las tecnologías digitales, la big data, a motores que hacen las investigaciones para identificar las preferencias”.

A continuación, Natalia Aruguete sostuvo que es importante “no solamente entender la producción, creación, circulación y propagación de las fake news en términos de enfocarnos en los emisores y los creadores de éstas sino pensar en qué medida la demanda popular de fake news es la que garantiza su propagación”. Señaló que no se pueden entender sólo como manipulación de sectores y actores de poder sino que son la expresión de las polarizaciones actuales en las sociedades y no hay que concebirlas únicamente en términos políticos sino también afectivos y emocionales. “Lo cierto es que nuestras creencias y certezas alrededor de los asuntos públicos se forman a partir de las relaciones entre pares. No hay verdades materiales por fuera de lo que nosotros vamos construyendo colectivamente sobre esas verdades”, puntualizó.

Después realizó una distinción analítica entre las categorías de noticias y fakes news. “Cuando analizamos las noticias falsas nos detenemos en pensar en el contenido de esa falsedad. Muchas veces nuestros sesgos cognitivos -que son involuntarios- nos llevan a atar cabos, a conectar determinados puntos y llegar a evidencia producto de nuestros sesgos de confirmación, pero no necesariamente producto de una maliciosidad voluntaria”, explicó. En tanto, las fakes news sí tiene esa singularidad: “Crear una operación política, crear un evento en el cual mostremos como ejercicio del poder la capacidad de dañar al otro. No solamente dañamos al oponente, sino que además lo que hacemos energizar a los usuarios de la tropa propia”, reflexionó.

La expositora planteó que es en las redes polarizadas donde existe una mayor tendencia a comunicarse entre iguales y a reaccionar negativamente contra los mensajes que están del otro lado. “Lo que observamos es que son polarizaciones que muestran sobre todo un sentimiento, una emoción de rechazo de todo aquello que no se parece a lo mío. Por supuesto, esto está convalidado con los algoritmos en las redes sociales, no todo tiene que ver con las intolerancias subjetivas”, aseveró. Y agregó que los distintos dispositivos y recursos -sobre todo comunicacionales- pueden aumentar esa distancia, acentuarla y modificar las percepciones que tenemos sobre la realidad.

Seguidamente, se ocupó de analizar la campaña de las elecciones de Brasil en 2018: “No solamente por la polarización convencional que se dio allí sino por los mecanismos que se aceitaron para poder generar una verdadera campaña de fake news”. Comentó que se trató de una verdadera campaña de fakes news que no tuvo sólo ni necesariamente a WhatsApp como principal difusor de las mismas, sino que también se valió de otras redes sociales. Asimismo, detalló que ciertas regulaciones generadas por las compañías de las redes sociales como Facebook o Twitter tuvieron impacto en la interacción en estas redes sociales.

Finalmente, Diego Duquelsky Gómez compartió una serie de reflexiones. En primer lugar, se interrogó sobre las posibilidades de éxito que tienen todas las teorías contemporáneas de la democracia de corte deliberativo que se basan en recuperar la vieja idea del contrato social y la vieja idea de razón. Por otro lado, afirmó que la derecha o la ultra derecha latinoamericana adolece de cierto nacionalismo. “Nuestras derechas son derechas bastante poco anticoloniales, es decir, rápidamente se alinean con los Estados Unidos y las potencias centrales y esta es una gran diferencia cuando vamos a analizar movimientos de derecha o de la ultraderecha en relación los europeos, por ejemplo”, señaló.

Luego reflexionó sobre la tensión entre república y democracia: “Los grandes responsables de movimientos como el que representa Bolsonaro son los republicanos latinoamericanos”, expresó. Y volvió a preguntarse si no es necesario repensar las democracias y los modos de representación democrática para evitar este tipo de brotes autoritarios. “Cuando nos asustamos por autoritarios, nos parecen atroces los gobiernos nacionales y populares por tomar algunas medidas que intervienen en el mercado salimos a rasgarnos las vestiduras. No es ilógico que aparezcan defensores de la república que no tienen problema en apelar a las armas o la violación de derechos en la defensa de esa supuesta república”, sostuvo.

Video