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Año XII - Edición 212 06 de junio de 2013

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Abordaje socio-jurídico del final de la vida

  • Notas

Con el objetivo de reflexionar desde una óptica socio-jurídica sobre el final de la vida, el Departamento de Ciencias Sociales organizó el pasado 13 de mayo esta jornada que contó con las exposiciones de los Dres. Alejandro Barceló, Pablo Ava y John Keown.

Para comenzar, el Dr. Ricardo Rabinovich-Berkman, Director del Departamento de Ciencias Sociales y coordinador del evento, introdujo la actividad indicando que “este tema es uno de los asuntos más problemáticos que se ha presentado a lo largo de los siglos a los filósofos, a los religiosos, a los juristas, a los médicos, a los planificadores sociales (…) Es un tema sobre el cual se han hecho grandes esfuerzos para no hablar y gran parte del tiempo nos lo pasamos buscando la manera de no hacernos conscientes del final de la vida y de que la vida tiene un final”. Históricamente, se han dado numerosas respuestas, se han construido diferentes abordajes sociales sobre la cuestión del final de la vida; hoy en día, el tema se ha convertido en una de las cuestiones más debatidas.

Posteriormente, Alejandro Barceló (especialista en Bioética - UBA, Director del Departamento de Bioética - Univ. Barceló) sostuvo que resulta esencial fijar precisiones sobre lo que se habla; en este tema aparecen términos como muerte digna, eutanasia activa, eutanasia pasiva, distanasia, eutanasia voluntaria, involuntaria, limitación o suspensión de tratamientos, autonomía, integridad, dignidad, libertad. “Muchas veces pensamos que sabemos de qué estamos hablando y con una misma palabra designamos distintas realidades”, opinó Barceló. En este sentido, cabe preguntarse si una persona es digna por lo que es en sí misma o por el estado y las características en las que se encuentra; por su esencia o por estar en mejores o peores condiciones de salud. Otro tema que debe tenerse en cuenta es si la información con la que se cuenta fue obtenida por los medios o si se sabe realmente de lo que se está hablando, sin dejarse influir por determinada posición de acuerdo al comentador de turno. También sostuvo que en estos temas relacionados con la bioética se pone en juego el tipo de sociedad que se quiere ser: menos inclusiva, más o menos respetuosa de las personas, más liberal o menos liberal, qué valor otorga la sociedad a cada uno de sus integrantes y en base a qué características se le otorga ese valor.

Barceló concluyó que se puede cambiar la ecuación y hablar entonces, en vez de muerte digna, de vida digna, del respeto de todos y cada uno de los miembros de la sociedad, especialmente los más vulnerables, independientemente del estado de salud en que se encuentren.

Pablo Ava (abogado, licenciado en Ciencias Políticas y magíster en Economía) abordó la problemática de la muerte desde un punto de vista sociológico. En un primer período, este concepto fue analizado por la sociología clásica de las religiones, la sociología de la cultura. Todas estas áreas modernas entraron en crisis al llegar a la actual modernidad tardía porque en esa modernidad inicial las instituciones tenían la capacidad de darle un sentido colectivo a la muerte. Siguiendo las líneas de pensamiento del sociólogo Georg Simmel, la ciudad concentra ahora la actividad social, las personas se han alejado del sentido rural que los condicionaba en términos de ciclos respecto al orden de la vida. Estas transformaciones en la forma de convivir y este paso a la ciudad termina modificando las relaciones entre los estados sociales y los estados emocionales. La noción del tiempo en la ciudad deconstruye el sentido del tiempo que daba sentido al fin de la vida, entendida como un proceso natural. En la ciudad existe un retraimiento de la noción del tiempo, existe un modelo de inmediatez, de ciclo individual y privado en el que no hay necesidad de coordinar ningún tipo de actividad colectiva y no hay posibilidad de conceptualizar colectivamente temas como el fin de la vida. La muerte ya no se analiza desde la sociología de la religión, sino desde la sociedad del riesgo, del miedo o de muerte. En la etapa final, el personal especializado suprime el ritual colectivo del sentido de la muerte, el acontecimiento fúnebre se ha convertido en una empresa burocratizada y esta negación del sentido de la muerte ha logrado generar, no instituciones sociales, sino respuestas técnico burocráticas para solucionar los grandes problemas, concluyó Ava.

Seguidamente, John Keown (PhD de Oxford, Profesor de la Universidad de Georgetown, EE.UU.) leyó algunas páginas de su libro La eutanasia examinada en el que se incluye un ensayo sobre esta práctica en Holanda, país en el cual se ha establecido su legalidad. En este sentido el expositor mencionó que el tribunal holandés sostuvo que un médico que mata a un paciente puede, en ciertas circunstancias, invocar como defensa la necesidad para justificar su acto. La Real Asociación Médica Holandesa proporcionó a sus miembros los lineamientos para la práctica de la eutanasia. Desde entonces, la vida de miles de pacientes ha sido abreviada intencionalmente por sus médicos. Un requerimiento fundamental, tanto para los lineamientos legales como para los lineamientos médicos, es la existencia de una solicitud libre y explícita por parte del paciente. Quienes están en contra de esta práctica, consideran que la legalización de la eutanasia voluntaria conduce hacia la eutanasia involuntaria. En este sentido, existen dos líneas argumentales: la lógica y la empírica. Quienes siguen la línea lógica sostienen que la aceptación de la eutanasia voluntaria conduce a la aceptación de la no voluntaria de pacientes incapaces de solicitarla y se apoya en el juicio de que algunas vidas no tienen valor. De acuerdo con la línea argumental empírica, se sostiene que incluso si pudiera trazarse una línea entre la eutanasia voluntaria y no voluntaria ocurriría un desplazamiento en la práctica debido a que las salvaguardas para prevenirlo no son efectivas.

El Dr. John Keown indicó que quienes están en contra de esta práctica, consideran que la legalización de la eutanasia voluntaria conduce hacia la eutanasia involuntaria.